miércoles, 8 de septiembre de 2010

Los adultos, ¿pueden cambiar?

Por: Eugenia Correa


Hace poco se publicaron en Live Science los resultados de un estudio en el que se habla de cómo es que para el primer año de primaria ciertos rasgos determinantes de nuestras personalidades ya han sido formados. Rasgos como nuestra fluidez verbal, adaptabilidad o capacidad de reaccionar positivamente a nuevas situaciones, impulsividad o falta de control y comportamientos de minimización de uno mismo, ya están determinados para la edad de 6 años y cambian muy poco hacia nuestra vida adulta.

Los niños que hablan con fluidez y tratan de controlar situaciones, muestran gran inteligencia como adultos. Los niños con baja fluidez verbal, como adultos, suelen rendirse ante los obstáculos y tener problemas para las relaciones interpersonales. Los niños muy adaptables, como adultos suelen ser optimistas y mostrar interés en cuestiones intelectuales. Niños con baja autoestima son más proclives a expresar culpas, buscar la aprobación de otros y expresarse con mucha inseguridad durante la adultez.

El estudio me parece muy bien, pues este conocimiento permitirá que podamos impulsar a los niños a desarrollar características de personalidad que los fortalezcan y les dejen crecer como adultos adaptables, optimistas y con capacidad de relacionarse con otros.

¿Acaso por que desde los 6 años hemos sido así somos incapaces de transformarnos? ¿No podemos ser mejores? La realidad es que aunque nuestra personalidad sigua un hilo conductor durante toda nuestra vida, sí podemos y debemos cambiar ciertos aspectos de la misma para lograr una mejor relación con otros y con nosotros mismos.

En otro artículo, según la psicóloga de la Universidad de Stanford, Carol Dweck, se puede cambiar la personalidad hasta incluso después de los 30 años, y para eso lo importante es estar abierto a transformar tu sistema de creencias. Por ejemplo, la gente que cree que la “inteligencia” es algo dado y no un rasgo siempre en desarrollo puede estancarse y dejar de aprender; mientras que quienes creen que la inteligencia es un órgano que se ejercita y puede fortalecerse suelen emprender mayores retos y llegar a sus metas aún si en un principio estaban menos capacitados para hacerlo.

Para algunos psicólogos es muy importante identificar los patrones de conducta de nuestra personalidad para poder cambiar. Incluso un tip que dan es que cada vez que observes en ti misma un comportamiento negativo lo apuntes. Así podrás identificar cuando hay un patrón negativo y poder trabajar para cambiarlo. Otro paso fundamental es responsabilizarnos a nosotros mismos por nuestros actos, dejar de culpar a nuestros padres, pareja o amigos, de lo que somos y una vez que lo asumimos es más fácil tomar conciencia del acto negativo.

Finalmente, es muy importante crear nuevas experiencias en nuestra vida. Antes de los seis años, cuando se desarrolló nuestra personalidad, todo era nuevo y fueron las nuevas experiencias y situaciones las que nos llevaron a ser de una forma. Agregar nuevas experiencias positivas a nuestra vida puede ayudarnos a ver el mundo bajo otra óptica y a seguir moldeando nuestra personalidad para bien aún en la vida adulta.

Y tú, ¿crees que podemos cambiar nuestra personalidad ya como adultos? ¿Qué tipo de trabajo personal crees que se requiere para lograrlo?

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